El 22 de julio de 1984 a las nueve de la noche Belisario Argentino Vedoya de la Cruz Arrieta cerró la puerta de su casa con llave, se subió al auto, y puso música. Encendió un cigarrillo. Estaba contento, porque la chica que le gustaba le había, finalmente, aceptado la invitación. Irían a comer algo, tal vez luego al cine, o a pasear un rato. La noche estaba fresca, el cielo despejado, y el perfume que había estado esperando para estrenar salía finalmente a la cancha.
María Laura Szodric se quemó tres veces mientras intentaba alisarse el flequillo. No estaba ducha en el asunto, hacía mucho que no se arreglaba para salir. Parada frente al espejo, nerviosa, intentaba dominar el par de tacos aguja. Tuvo miedo de ya no saber cómo caminar con tacos tan altos, después de tanto. Había dudado mucho, pero al final había aceptado la invitación —sin compromiso— del muchacho de anteojos y pelo con gel de contaduría.
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